
Ninguna startup puede permitirse avanzar sin comprender el riesgo legal, reputacional y operativo que implica tratar datos personales sin un marco sólido. Y es aquí donde la figura del Delegado de Protección de Datos (DPO) deja de ser una opción y se convierte en una necesidad estructural.
Las startups tecnológicas operan en sectores como inteligencia artificial, salud digital, fintech, movilidad o edtech. Todas estas áreas tienen un denominador común: tratan datos personales de forma intensiva.
El DPO no es un obstáculo ni un notario. Es un perfil experto que permite traducir los requisitos del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), la LOPDGDD y otras normativas europeas, en decisiones técnicas, organizativas y comerciales coherentes. En startups que dependen de la confianza del usuario y de relaciones b2b con grandes operadores, tener un DPO reduce la fricción, evita riesgos y acredita madurez frente a inversores y partners.
El DPO ya no actúa solo como experto en RGPD. Con normativas como la Ley DORA o el Reglamento Europeo de Ciberresiliencia, su función se expande: debe acompañar a la organización en demostrar su capacidad para resistir incidentes, gestionar brechas y garantizar la continuidad operativa.
Muchas startups ignoran que el RGPD obliga a designar un DPO si se da alguno de estos supuestos:
- Monitorización sistemática y a gran escala de personas.
- Tratamiento de datos sensibles (salud, biometría, etc.).
- Actividad de naturaleza pública o regulada.
No cumplir con esta obligación puede derivar en sanciones que superan los 10 millones de euros o el 2 % de la facturación anual. Pero lo más dañino suele ser invisible: la desconfianza del usuario, el daño a la marca y la pérdida de oportunidades estratégicas.
Casos reales, consecuencias concretas
- Glovo fue sancionada con 25.000 € por no designar un DPO, pese a realizar tratamientos masivos.
- Conseguridad, dedicada a videovigilancia, fue multada con 50.000 € por el mismo motivo.
- Una empresa de juego online recibió una multa de 10.000 € por no contar con un DPO, pese a monitorizar usuarios.
Un DPO no bloquea la innovación, la hace sostenible. Todo startup que trate datos personales debería hacerse una pregunta simple:
¿Y si mañana me investigan, estoy preparada?
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Velacruz Andeme Micha Ayaba